La oruga peluche (Megalopyge opercularis) parece inofensiva, pero es una de las más venenosas de América.
Bajo su capa sedosa esconde espinas urticantes capaces de liberar toxinas al mínimo roce.
El contacto provoca un dolor intenso —descrito como peor que una picadura de abeja— que puede irradiarse “hasta los huesos”, junto a hinchazón, náuseas o erupciones. Habita en el sur de EE. UU., México y Centroamérica, donde se alimenta de hojas de árboles y arbustos.
Su aspecto engañoso la convierte en un peligro para curiosos. Si la ves, admírala de lejos: tocarla es invitar al dolor y a una visita médica.
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